
Presse
Galería CIMA y SPECIFIC presentan: La Secreta Violencia: Pinturas íntimas y peligrosas de la artista francochilena María Barrio, curada por el colectivo LASTESIS.
Por Pablo Andulce
Fuente: GaleriaCima.cl
Fuera de sus bastidores y cuidadosamente enrollados, ingresaron a Chile en marzo pasado cinco cuadros de casi dos metros de ancho. Su autora, María Barrio, los trajo a Valparaíso desde París; ciudad en la que vivió los últimos 12 años (hasta su reciente traslado a Madrid); en la que había expuesto esos mismos cuadros hacia fines de 2021. “Niña, una pintura de género” se llamó esa muestra y fue la primera de tres etapas. La segunda -mucho más íntima- tuvo lugar en el living de un departamento en Valparaíso. La tercera es la que se abre para nosotros desde el 1 de octubre en Galería CIMA.
Alrededor de 25 pinturas de distintos formatos componen “La secreta violencia: pinturas íntimas y peligrosas” y hablan por sí solas, a través de autorretratos y escenas familiares cotidianas, de la intimidad y las variadas formas y devenires de los vínculos afectivos; temas atravesados -desde luego- por la perspectiva de género y el feminismo. Pero hay tantos aspectos de interés en los procesos y la biografía de la artista, están tan intrincados, que, para amplificar la experiencia de la muestra, se hace necesario una conversación y revisión de ellos; aunque la pintura, como la artista asegura, sea el lenguaje que más le corresponde.
Aporta -por ejemplo- saber sobre la travesía de las pinturas enrolladas cruzando el Atlántico. “Algunas fueron hechas en Francia, otras en Chile. Era muy performático también traerlas, que hicieran este viaje simbólico. Era una performance duracional si quieres”, explica María.
Comenzó a pintarlas durante ese tiempo convulsionado que nosotros llamamos estallido social, el que coincidió con una denuncia por abuso sexual. “Con lo que estaba pasando en Chile se abrieron heridas que catalizaron un proceso creativo; fue entonces cuando apareció el colectivo LASTESIS (en cuyas manos estuvo la curatoría de esta exposición). Eso también tuvo un rol en el proceso creativo, fue muy importante trabajar con ellas. Todas somos de Valparaíso, tenemos temas y problemáticas comunes. Compartimos paisajes y afectos que están vinculados al territorio”.
Aunque María había estado dando vueltas a esta obra desde hacía tiempo, por muchas razones no se sentía preparada para ejecutarla. Había pasado siete años sin pintar y aunque intentó volver a la práctica en Francia, se dijo a sí misma que necesitaba más tiempo. Retomar significó aplicarse en los aspectos técnicos, pero también alcanzar una madurez emocional e intelectual. “En esa primera exposición que se hizo en París estaba la mayoría de las pinturas que traje ahora. Era muy coherente con el proceso que vivía en ese momento. Era una toma de distancia frente a una situación de vulnerabilidad, por eso esta exposición se llama ‘La secreta violencia: pinturas íntimas y peligrosas’”.
“Ya no tengo corazón”, serie Corazones, 2019 - 2021
En esta serie de escenas que componen a la vez una historia, una memoria y un paisaje, flota una nostalgia contagiosa como las canciones de Juan Gabriel, de Gloria Trevi o de Los Prisioneros que actuaron como referentes para la atmósfera que las envuelve. Resalta también la manera académica en el uso del óleo, pero si la artista no lo relata, nos quedamos sin conocer todos los procesos que anteceden a estos resultados y los gestos que contienen. “Hay otra serie que está hecha en papel, en formato block de dibujo, con el margen dibujado con lápiz grafito; un acto que evoca la infancia escolar solo en Chile. Son referencias que funcionan muy localmente y se ligan a un gesto: me siento frente al block como si fuera a hacer una tarea de artes plásticas, como hice tantas veces con mi mamá al lado cuando niña. No solo uso pigmentos que me remiten a ese momento, además compro las marcas que se usan en el colegio. Es un acto performático el de sentarme a pintar con esos materiales que replican un contexto temporal”.
Los pigmentos, la bidimensionalidad y los volúmenes que permite son algunas de las características que más la atraen hacia la pintura. María Barrio no se cierra a proyecciones interdisciplinarias (de hecho ha trabajado en cine animación), pero disfruta esa naturaleza primaria de la pintura. Sin embargo su manera de practicarla involucra otros soportes y medios: “En la mayoría de las que son autorretratos, en que aparezco adulta, las imágenes fueron rescatadas de videos; hago performances y me grabo. Esas imágenes son las que ocupo en fotomontajes. Hay un trabajo de fotoperformance detrás de esas pinturas”.
Retrato de la artista por Victoria Valdivia Trigo, 2021
LASTESIS llegaron a París en gran parte gracias a María. Se forma así el lazo por el cual el colectivo asume con gusto la curatoría de esta exposición. El texto que ellas redactaron para la ocasión deja ver claramente los temas y problemáticas compartidas de las que María hablaba: “Lo personal es político dicta la consigna feminista, y es justamente lo que María Barrio traduce en su obra; una postura política en forma y contenido, en cada herida que se plasma en su lienzo multicolor; en la decisión de revelarnos aquello que habita lo personal, que a su vez habita lo colectivo. ¿Puede ser entonces secreta la violencia? Históricamente así ha sido. Se han perpetuado pactos de silencio, complicidades al interior de las familias y actualmente la avanzada por visibilizar lo íntimo es una acción imperativa”.
La secreta violencia. Pinturas íntimas y peligrosas.
Es 1991. Han pasado muchas cosas en treinta y un años.
Memoria, violencia, intimidad, pintura y color son los elementos que se cruzan en las obras de la artista María Barrio en la exposición “La secreta violencia. Pinturas íntimas y peligrosas”; muestra del testimonio coloreado, de una forma pictórica de reconstruir el pasado y momentos de la infancia de una niña que, a partir de fotos, recuerdos, sensaciones, expone las experiencias y visiones de los paisajes que habitó, los escenarios de un país, que saliendo de la dictadura, ocultan secretos de la infancia en orillas de playa, en quebradas porteñas, en los corazones.
María Barrio crea un medio que permite materializar visiones de recuerdos que no se tienen, experiencias que se encarnan, que pasan por el cuerpo -su cuerpo, nuestros cuerpos- para crear memoria. Son los cuerpos de las infancias, los cuerpos de las mujeres que han soportado la historia del país absorbiendo relatos colectivos con un paisaje costero como fondo, cielos celestes, la inmensidad del océano.
Acompañada de algunos bodegones, las escenas de lo cotidiano que sólo habitaban la mente de esa niña se hacen realidad en cada trazo y mancha de pintura. Escenas que ponen en diálogo la propuesta de la artista con la demanda por una vida libre de violencia desde las infancias, exponiendo un relato común al de muchas niñas/ niñes /niños, que ya en la adultez, llevan consigo traumas.
Bajo una expresiva pincelada, María Barrio desarrolla esta serie narrando momentos cotidianos en la vida de una niña que, luego de una experiencia de violencia sexual, reconstruye un mundo íntimo a partir de recuerdos, archivos
que en esta exposición des – archivan un relato personal que también es colectivo. Lienzo y papel bajo capas y chorreos de pintura retratan una experiencia muchas veces oculta en injusticias y pactos de silencio que las instituciones y los culpables suelen sostener.
Barrio trabaja el archivo como retrato al fundir un documento judicial al lienzo y como precisa Diana Taylor si el archivo opera a través de la distancia, aquí el tiempo perdura en la historia personal. El testimonio pictórico traslada un
documento a una dimensión artística del presente, que además, es soportado por la realidad de una sentencia mandada a archivar en las carpetas de Windows 2000 o en cajas junto a cientos de otros casos de violencia sexual desde el momento en que este país tuvo la capacidad de modernizar el poder judicial. Las obras de Barrio dialogan con la actualidad al sostener que en la infancia las relaciones de poder se develan patriarcales en expresiones de silencio y
encubrimiento.
Se exponen en “La secreta violencia. Pinturas íntimas y peligrosas”: Corazones, Laguna Verde, Lagunas, Mejor tomemos chocolate, No tengo recuerdos de infancia, Quebradas, Sandías; historias en escenarios y colores habitados por la memoria, viajes a lugares azules y verdes de Valparaíso, cielos celestes, bordes costeros, humedad, viento, mesas servidas de chocolate caliente, un corazón acontecido. Corazones desgarrados, que se derriten como los trazos de
Barrio; como las canciones que desde 1991 nos atraviesan cuando revisitamos Corazones Rojos de Los Prisioneros.
Lo personal es político dicta la consigna feminista, y es justamente lo que María Barrio traduce en su obra; una postura política en forma y contenido, en cada herida que se plasma en su lienzo multicolor; en la decisión de revelarnos
aquello que habita lo personal, que a su vez habita lo colectivo. ¿Puede ser entonces secreta la violencia? Históricamente así ha sido. Se han perpetuado pactos de silencio, complicidades al interior de las familias y actualmente la avanzada por visibilizar lo íntimo es una acción imperativa.
La experiencia de una es la experiencia de todas.
Colectivo LASTESIS